Hace 6 años
domingo, 17 de febrero de 2013
Os informamos que nos han concedido el premio con el siguiente relato:
“XI PREMIO MUJER 2013 A TODA UNA VIDA”
DONES PROGRESSISTES CIUTAT DE MANISES PROPONE UN PREMIO SIMBOLICO COMO HOMENAJE A LA MEMORIA HISTORICA DE LAS ALFARERAS DE MANISES
Si en este relato quisiéramos hablar de la trayectoria personal y profesional de una mujer nombraríamos a Elena Colmeiro (1932), una de las grandes ceramistas y escultoras españolas. No es de Manises pero en su obra recoge y engrandece una de las grandes tradiciones creativas de las mujeres: los trabajos en la cerámica y la alfarería que atraviesan toda la historia de la humanidad y cuenta que, “en el siglo XVIII, hombres y mujeres trabajaban juntos en las fábricas, ellos seguramente modelaban, preparaban las arcillas o atendían el horno, mientras ellas pintaban en un contexto nuevo de libertad que permitía inventarse los motivos para adornar las piezas típicas que serían el orgullo de sus hogares: jarros donde alguna mujer se atrevió incluso a dejar su nombre, platillas y azucareros, aguamaniles, meleros, saleros, botijos, algunas vírgenes conmemorativas… piezas que adornarían las casas de los y las trabajadoras de las fábricas. O quizá nombraríamos a otra mujer, Amelia Cuñat, tampoco era manisera pero su faceta de ceramista estuvo muy cercana a sus estudios y tarea como dibujante, realizando obras basadas en elementos tradicionales de las piezas valencianas. La autora colaboró con la Escuela de Cerámica de Manises, fundada en 1916 y dirigida por su marido entre los años 1923 a 1947, donde trabajó con otras ceramistas como Carmen Rives (o Ribes) o Dionisia Masdeu, mujeres que, a la vez que continuaban con la tradición de las pintoras de las cerámicas de las fábricas que en Valencia se habían establecido en el siglo XIX, consiguieron elevar la dignidad no reconocida de las mujeres dedicadas a la pintura de la loza.
Sin embargo, el aspecto que más nos interesa en nuestro relato, es la reflexión sobre la vida de las mujeres maniseras que trabajaban en fábricas y, demasiadas, en sus casas. Sus formas de producir arte, de manufacturar objetos, su participación en las distintas industrias o las formas en que han colaborado en la organización de la vida en común. A pesar de que esta visión es todavía hoy minoritaria puede hacer que las mujeres se reconozcan a sí mismas como parte activa y creadoras de la sociedad y de su patrimonio histórico-cultural. Esta propuesta didáctica pretende paliar la escasa visibilidad de las mujeres en el arte como productoras, teóricas o mecenas, cuestionando el hecho de que su representación y visibilidad máxima en los museos sea sólo modelos artísticos que los varones utilizan para desarrollar sus obras. Además, pretende poner en evidencia que las mujeres son la mitad de la vida humana y con su mantenimiento y pervivencia han colaborado activamente con sus prácticas y acciones en el entorno.
Interviniendo de esta forma, pretendemos, por un lado, cuestionar conceptos como los de “calidad” o “autoría” que no han hecho más que limitar la presencia y realidad de las mujeres en los contextos artísticos. Por otro, dar visibilidad a la presencia histórica de las mujeres en las producciones materiales de todo tipo y en el desarrollo de una ciudad como Manises. Ambas líneas de trabajo tienen un fin común: animar a la creación y la expresividad de las mujeres desde una perspectiva crítica y democrática. La propuesta se estructura en torno a un itinerario de piezas o espacios donde desarrollaban su creatividad que ofrecen vías de reflexión para descubrir el arte desde una perspectiva feminista, Arte culto vs Arte popular.
La producción cerámica ha sido considerada como un arte “menor” supuesta por su poca durabilidad, por su utilidad frente a la idea de “el arte por el arte”, y seguramente también por su asociación con lo doméstico y por lo tanto con las mujeres. Esa división deja de tener sentido, es prejuiciosa y cuestionada por el arte feminista, consciente de que eliminando esa categoría se contribuye a eliminar la barrera simbólica entre los géneros. La cerámica y el arte son comunicación. Nos interesa la cerámica y las distintas artes por lo que tienen de discursos sociales capaces de hablarnos de las realidades históricas de los hombres y las mujeres que han habitado en Manises en un determinado momento histórico. En este contexto no nos interesa hablar “del arte por el arte” como una “experiencia mística” sino de la experiencia de los y las creadoras o las personas que se aproximan y hacen vivas las manifestaciones artísticas en los procesos de recepción y autorepresentación. La importancia de desarrollar la capacidad de auto-representarse en el mundo social es muy importante para la afirmación tanto en los procesos individuales como en el desarrollo de los grupos. Que las mujeres sepan que forman parte de una tradición histórica como elaboradoras de elementos artísticos o simplemente materiales es muy importante porque aporta la seguridad necesaria que proporciona el sentirse parte de una tradición, librándose así de la permanente sensación de “pionerismo” que deja a las mujeres huérfanas de genealogía femenina y de modelos o referentes.
Por una vez, las clases pobres y las mujeres, se hacen con el derecho de dejar memoria a través de objetos legados a sus descendientes. Estas obras, valoradas por la crítica con cierta condescendencia, y explicadas como el producto del abandono de las fábricas por parte de los grandes artesanos. La mano de las mujeres de Manises y las clases pobres no es más “imperfecta” sino más intuitiva, más efectista e imaginativa que la que se producía en la misma época y que ha sido siempre calificada como de gran perfección técnica platos de Manises S-XIX. Existen platos de cerámica que corresponden a un tipo de cerámica -vajillas idílicas- que la crítica ha calificado muchas veces de “popular” y en la que podemos observar la actividad de las mujeres como pintoras y, sobre todo, indicar cómo era valorado su trabajo. El propio González Martí destacó que se trata de una serie de piezas producidas en Manises, probablemente a finales del siglo XVIII o principios del XIX. Son obras pintadas por manos femeninas
Paradójicamente, el término “alfarera” no está recogido y por lo tanto aceptado todavía hoy por el Diccionario de la Real Academia Española. Sólo aparece “alfarero”, enunciado en masculino. Una vez más la invisibilidad, la oscuridad proyectada sobre el hacer de las mujeres la tenemos representada en esta ausencia.
Pensamos que era necesario empezar con esta reflexión. No obstante este relato no trata de irnos a la Edad Media con el auge de la cerámica azul y el nacimiento de la cerámica nazarí del reflejo metálico. Tampoco a la cerámica del barroco con su famosa producción azulejera (aún denominada en algunas comarcas de la Comunidad Valenciana “manissetes” a los azulejos finos). Es más conveniente, porque así lo creemos, remontarnos a tiempos pretéritos cuando Manises no tenía tantos problemas ocupacionales por lo que vamos a situar este relato a partir de la segunda mitad del siglo XX, desde los años 50 o 60, que es la época en la que muchas mujeres de Manises hemos sido testigas y participes. Es la época en la que estaba el plano de Manises salpicado de fábricas de azulejos (Barranquet, Cayetano Soler, Manolo Vidal, Olmos, Leopoldo Mora Azulejera, etc.). Florecía con gran actividad la Unisasn, dotando de materiales de saneamiento las viviendas auspiciadas por el Régimen como “Viviendas Subvencionadas” y no hay que olvidar las fábricas dedicadas a la cerámica de uso (vajillas, tazones, orinales, bastoneros, jarras, palanganas, etc.) que llegaron a tener una gran calidad y convirtieron este pueblo en un importante exportador de este genero a todos los rincones de España y fuera de nuestro país. Al tiempo que se demostraba la pericia y la gran preparación de las ceramistas y alfareras de esta ciudad se compaginaban estos productos con una floreciente e importante fabricación de cerámica artística de una gran calidad, muy elaborada y de un nivel artístico muy encomiable. Ello fue posible gracias al empeño de unos fabricantes dotados de una gran vocación, unos técnicos que se superaban para conseguir una calidad extraordinaria en los productos utilizados.
Pero sobre todo, en este relato hay que resaltar el trabajo de las mujeres alfareras, que bien trabajaban en las fábricas o en sus casas amasando el barro, repasando, pintando convirtiendo una artesanía eminentemente manual. Mujeres que aportaban una preparación artística autodidáctica, propia y personal, que entregaban su vida personal, su experiencia, su gran creatividad, su habilidad y su gracia para que Manises logrará su fama de ”histórica y laboriosa”.y fuera conocida en todas partes. Mujeres que en definitiva entregaban su vida personal, sus ojos y sus manos dando a los productos un toque único muy apreciado por los clientes que adquirían estos fabricados.
Sucedió lo irremediable: las fábricas de azulejos fueron desapareciendo al tiempo que aumentaron su número en Castellón y sus alrededores, hasta el punto de acabar con la fabricación de este tipo de productos en Manises. Otro tanto sucedió con la fabricación del saneamiento; con el duralex y el plástico pasó lo mismo poniendo fin a la producción de vajillas y elementos de uso domestico. Tan sólo quedó, como planta ornamental en un jardín seco, la producción de cerámica artística.
Pero pronto se hizo patente que la comercialización de un producto tan sumamente artesano no podía tener mucho futuro y ayudado, cómo no, por el “boom” de la construcción, fueron desapareciendo las fábricas que se dedicaban a la producción de este tipo de cerámica. Se cerraron las fábricas más emblemáticas, las más importantes de la población: Botet (el Traquero), La Hispania, Lahuerta, Montaner, Valldecabres, y muchas más, dejando en su lugar un solar que pronto se convertiría en bloques de viviendas. Aún así, quedaron unos pocos que continuaron trabajando esta producción, hasta que llego lo inevitable. La agonía que este pueblo estaba padeciendo era evidente. Quedaban aferrados a la tradición los artesanos y artesanas que se habían formado para trabajar en su oficio pero ya no había futuro porque nadie apostaba por ellos.
El relevo generacional no se produjo y una generación, por diversas circunstancias, vivió el final de una tradición de más de ocho siglos. No obstante, a todas aquellas mujeres que lucharon hasta el final, poniendo su empeño, al igual que su arte para que Manises, “Cuna de la Cerámica” no fuese también su tumba, no deben quedar en la invisibilidad, el anonimato y el olvido. Creemos que merecen un recuerdo. Algunas ya no están entre nosotras pero puesto que forman parte de la historia más reciente de nuestra ciudad, son merecedoras de ese recuerdo. Pero muchas de ellas, por fortuna, están plenas de vitalidad para ser testigos vivos de su época. A todas ellas como representación de la época gloriosa y triste que les toco protagonizar pedimos para ellas el PREMIO A TODA UNA VIDA PARA HACERLAS VISIBLES.
Queremos que sea un homenaje a la memoria histórica.
Este año proponemos que el premio a toda una vida sea un premio simbólico dedicado a todas esas vidas reales y que son desconocidas, poniendo voz a toda una vida de mujeres que vivieron en silencio y dando reconocimiento a toda una vida de aquellas mujeres que no pudieron destacar:
- Porque no sabían, no tenían derecho a aprender.
- Porque no podían, no tenían derecho a ser, no eran
- Porque no las dejaban, estaban sometidas…
Queremos nombrar a todas las vidas ANÓNIMAS Y SILENCIOSAS, que no han podido ser, pero que han gestado las mujeres que hoy son y somos. Recordar hoy, que podemos volver al silencio y al anonimato, segando los derechos que tanto nos ha costado conseguir. Debemos conservar la memoria para no permitirlo. No olvidar seguir el camino de la “igualdad” con todas nuestras “diferencias”.
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.De esa forma, las generaciones futuras sabrán, cuando se nombre la “Cerámica de Manises” lo que ello significa y podrán imaginar, de algún modo, el nivel artístico alcanzado en la última y definitiva etapa de su dilatada historia.
Si este proyecto no llegara a realizarse, deseo que estas líneas sirvan de homenaje a esas mujeres maniseras que forman parte de una generación de profesionales que, a buen seguro, no se va a repetir.
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