#25N: el día que no debería existir
Escrito por Susana GisbertLo sé, lo sé. Estarán pensando otra vez que ya está aquí la pesada de siempre hablando del tema de siempre. Es posible que no se equivoquen, pero denme una oportunidad. Es el Día contra Violencia de Género y me la merezco. Y se la merecen todas las mujeres que ya nunca podrán leer esto.
Tal día como éste, año tras año, conmemoramos una jornada contra la Violencia de Género. Una ocasión en que los lazos violeta inundan titulares e instituciones, y más en esta ocasión, en que nuestra ley integral cumple diez años.
Pero quizás lo malo es eso. Que de todas estas mujeres, las que han sido asesinadas y las que siguen sufriendo y tal vez lo sean mañana, parece que sólo nos acordamos un día al año. Y ya, ni siquiera parece hacer mella en las conciencias el día en que la lista de la vergüenza suma una nueva víctima, como si la resignación se hubiera apoderado de nosotros.
Parece que otros problemas más acuciantes desplazan esta cuestión de los titulares. Problemas importantes, no lo pongo en duda, que preocupan y hacen correr ríos de tinta. Pero ninguno genera tantas muertes, ni creo que tanto sufrimiento como éste, y no podemos permanecer impasibles.
No podemos quedarnos en palabras huecas. Repetir una y otra vez lo de “terrible lacra social” para luego cruzarnos de brazos. No podemos cerrar los ojos, ni permitir que esto siga pasando. No debemos consentir que los recortes se lleven por delante recursos para estas mujeres, ni que nadie frivolice con estos temas. No podemos permanecer impasibles. Tenemos que salir a la calle, gritar, y hacer lo que esté en nuestra mano. Quizás tengamos a alguien padeciendo esta tortura justo a nuestro lado y no queramos ver sus señales. Una amiga, una vecina, una compañera, una hermana o una hija. Nadie está libre del peligro. Y el silencio nos hace cómplices, no lo olvidemos.
Desearía con todas mis fuerzas que éste no fuera el día para luchar contra la violencia de género. Que lo fueran todos y cada uno de los 365 días del año.
Pero lo que todavía desearía más es que este día no tuviera que existir. Que la violencia machista no fuera algo tan importante como para merecer un día propio, como no lo merecen miles de cosas, delictivas o no.
Pero es lo que hay. Así que abramos los ojos y actuemos. Todos y cada uno de los días del año. Antes de que sea tarde y otra mujer sume su nombre a la larga lista del oprobio y el dolor.
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